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Originarios de la escena de Louisville, Kentucky (que nos entregó artistas tan interesantes como Rodan, Shipping News, June Of ’44 o Tara Jane O’Neil), Slint se formó a mediados de los 80s por cuatro amigos adolescentes que compartían el entusiamo por el heavy metal y el punk/hardcore, estilo que ya habían practicado en bandas como Squirrel Bait o los más discretos Maurice. Su inconformismo y ganas de no quedarse pegados en los moldes establecidos hacían que cada timbre y nota fueran llevados un poco más allá cada vez que se juntaban a ensayar. Así, Brian McMahan (voz, guitarra), Britt Walford (batería), Ethan Buckler (bajo) y David Pajo (guitarra) comenzaron poco a poco a dar forma a un sonido cada vez más personal en una trayectoria que no estuvo libre de accidentes.

Tras grabar Tweez junto a Steve Albini (Jennifer Hartman, 1989), un debut tan abrasivo como irregular -puedes llegar a cuestionarte tu cordura mientras lo escuchas- y tras la salida por diferencias creativas de Ethan Buckler, Slint reclutaron al nuevo bajista Todd Brashear y grabaron nuevamente junto a Albini un par de temas instrumentales -que recién serían editados como un EP sin título en CD y en vinilo de 10” en 1994, cuando la banda ya no existía- con un sonido mucho más expansivo y alejado del timbre metálico de su primer disco, donde marcarían el camino a seguir en el disco que nos convoca.

Una de las primeras palabras que vienen a la mente al hablar de Slint y Spiderland es misterio. La foto de portada – capturada por su paisano Will Oldham, el hombre tras Palace Brothers/Palace Songs/ Palace Music y Bonnie “Prince” Billy- en riguroso blanco y negro, nos muestra a los cuatro integrantes de la banda flotando en una laguna cercana a Louisville. La contraportada nos muestra la pequeña foto de una araña en un ambiente oscuro, nocturno.  Esas mismas sensaciones son las que se despliegan una vez que la aguja comienza a deslizarse por el disco, en donde es inútil intentar etiquetar lo que está sonando. En las 6 canciones del álbum, las estructuras compositivas escapan de la típica estructura estrofa/estribillo/estrofa, con la instrumentación pasando de delicados ambientes a estallidos atonales, violentos y ariscos, mientras McMahan recita con voz de ultratumba historias sobre amantes vampiros (“Nosferatu Man”), soledad (“Washer”, “Don, Aman”), encuentros con adivinas en medio de una feria (“Breadcrumb trail”) u homenajes a la poesía de Samuel Taylor Coleridge (“Good morning, captain”). Spiderland es un disco tremendamente personal, de esos que no dejan ileso una vez que la última nota ha dejado de sonar. Tan intenso, que la banda terminaría separándose a poco de finalizar la grabación, que sería caldo de cultivo para gente como Mogwai, Tortoise, Arab Strap o Godspeed You! Black Emperor.

Esta reedición, lanzada con motivo de su reunión y gira de 2014, donde, en sus palabras tocaron “por primera vez ante más de 50 personas”, incluye una preciosa funda gatefold con un libreto en formato 12” que incluye un prólogo a cargo de Will Oldham junto con fotos inéditas y flyers de conciertos. Por último, pero no menos importante, trae un DVD con el documental “Breadcrumb trail” (Lance Bangs, 2014), en donde se cuenta la historia de la banda con imágenes inéditas y testimonios de sus integrantes y de personajes como David Grubbs (Gastr Del Sol), Ian MacKaye (Fugazi) o David Yow (Sratch Acid, The Jesus Lizard). Como dijo Steve Albini en su celébre reseña de Spiderland para el desaparecido semanario inglés Melody Maker: “Ten fucking stars”.

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