Bark Psychosis – Hex (1994, Circa Records / 2017, Fire Records)
Formados en 1986 en Snaresbrook, Essex (Reino Unido, para más señas) Bark Psychosis fue inicialmente un proyecto formado por Graham Sutton (guitarra, voz) y John Ling (bajo, voz) con el que se dedicaban a versionar temas de Napalm Death para hacer más llevaderas las horas que el colegio les dejaba libres. Sin embargo, sus intereses no se limitaban solo al grindcore: Su amplitud de miras les permitía disfrutar de estilos como el jazz, la música clásica o el dub junto con devorar la obra de colosos como Joy Division, Talk Talk, Sonic Youth, Swans, Big Black, Butthole Surfers y Nick Drake.
Tras un período de experimentación en que el dúo fundador integró los teclados y los samplers a su arsenal, una breve rotación de integrantes asentó la formación del grupo con el baterista Mark Simnett y el teclista Daniel Gish, ex integrante de los infravalorados Disco Inferno. Una serie de grabaciones en el sello Cheree Records y sus actuaciones en vivo, ya fuera en solitario o como soporte de grupos como Cranes o Spiritualized -que de paso les forjaron su reputación como una de las bandas más creativas e impredecibles de Inglaterra – pavimentaron el camino que les llevó hacia un sonido más atmosférico, en contraposición al extremismo sonoro de sus primeros días. En palabras de Graham Sutton: «Por alguna razón un día caí en la cuenta de que el silencio podría tener un impacto mucho mayor que el ruido estruendoso… El espacio y el silencio son las herramientas más importantes que puedes usar en la música. Me obsesioné mucho con eso». Luego de abandonar Cheree Records y encontrar nuevo hogar en el sello 3rd Stone Ltd., Bark Psychosis lanzó unos cuantos singles -entre ellos el hipnótico Scum de 1992- antes de iniciar la grabación del que sería su disco debut.
Hex es una obra que escapa a cualquier intento de clasificación. Es una obra tan única, que fue necesario inventarle una etiqueta para dejar contentos a quienes gustan de categorizar todo: Gracias a una reseña escrita por el periodista Simon Reynolds en la revista “Mojo” fue que se empezó a hablar de post rock -una forma de pensar la música más que un sonido en particular, si me apuran- para referirse a trabajos como éste.
Registrado entre marzo y noviembre de 1993 en estudios de Londres, Brighton, Bath y en la cripta de la Iglesia de San Juan en Stratford -aprovechando su acústica, que le da a la obra su particular sonido- con la ayuda de músicos invitados como Ivan McCready (cello), Del Crabtree (trompeta), Phil Brown (flauta), Pete Beresford (vibráfono) y el Duke String Quartet, este álbum logró conjurar una atmósfera única y llena de matices, en la que conviven todas las influencias absorbidas por la banda durante su andadura (jazz, krautrock, dub, ambient, electrónica, música clásica) formando una estructura orgánica que fluye de principio a fin y que debe entenderse como un conjunto completo.
Enfrentarse a este disco por primera vez supone una de esas experiencias de vida que se quedan por siempre con nosotros: La profundidad de sus siete temas cautiva desde el primer momento y nos lleva de viaje por un mundo tan bello como extraño, en donde la banda logra dar buena cuenta de lo bien que asimilaron las lecciones contenidas en los dos últimos discos de Talk Talk: El silencio es prácticamente un instrumento más dentro de la compleja estructura que se va desplegando frente a nosotros, con composiciones que integran distintos elementos mientras escapan de la estructura clásica de canción, evitando los coros en favor de narraciones con una voz desencantada (“The Loom”, “Absent Friend”), que de vez en cuando se torna vehemente, como en los momentos finales de “Eyes & Smiles” para dar paso a uno de los instrumentales más sublimes que se hayan plasmado en un disco: La final “Pendulum Man” comienza con una simple pero insistente línea de bajo que es revestida poco a poco con sintetizadores y guitarra hasta terminar disolviéndose en el aire, recordando el concepto utilizado por Brian Eno acerca de música concebida como espacios que podrían ser habitados. Esa misma sensación de asombro y descubrimiento de algo incomparable permanece con quienes ya están familiarizados con Hex : Su magia no hace más que crecer con el tiempo y la única opción es dejarse envolver por su misterio, que siempre nos permite descubrir algún nuevo matiz, algún nuevo detalle que yace escondido entre sus surcos.
Por desgracia, la creación del disco empezó a pasar la cuenta demasiado rápido debido a las tensiones internas provocadas por el obstinado carácter de Graham Sutton. Tras el que sería su último concierto como cuarteto, el 31 de diciembre de 1993, Daniel Gish se retiró de la banda, y los tres miembros restantes se encargaron de finiquitar los últimos detalles. Una vez terminado el disco, fue el bajista John Ling quien se bajó del buque, afirmando que se sentía exhausto e incapaz de poder tocar por la gran carga de stress que le causó el proceso de grabación. Al respectp, Sutton reflexionó años después en una entrevista: “Sé que puede ser difícil trabajar con alguien como yo, discutimos mucho y yo defiendo lo que creo con uñas y dientes. John tuvo un problema con eso, y eligió irse”.
Poco tiempo después la banda terminó por desintegrarse mientras sus integrantes tomaban caminos muy distintos; de hecho Sutton fue el único que permaneció activo en la música a través del tiempo, experimentando con el drum ‘n’ bass en el proyecto Boymerang y reflotando a Bark Psychosis con el nada desdeñable Codename: Dustsucker (2004, Fire).
Hex es un disco recomendado para cualquier persona que disfrute de la MÚSICA (así, con mayúsculas) libre de ataduras y con la libertad creativa como punto de partida. No importa cuántas veces se repita: Ésta es una obra irrepetible y atemporal, fruto de cuatro visionarios que coincidieron en el momento y el lugar preciso. Esta hermosa reedición en vinilo doble es algo que no puede faltar en un hogar bien constituido, ideal para contribuir en la educación musical de algún amigo o familiar pequeño. Discos fundamentales como éstos cambian la vida, y quien lo reciba te lo agradecerá por siempre.